Cuidado, chicos, con Paco, que ataca de nuevo, y es habilidoso a la hora de hacer la rabona a los ciudadanos con su eterno enfrentamiento con la Junta. Cuidado, porque solemos caer en su trampa, y nos movemos al terreno de la disputa, en la que él, investido en Malacitanus Imperator, se mueve como pez en el agua.
Tiene a su favor el respaldo mediático de los principales medios locales que, anestesiados por la publicidad institucional del consistorio, o por el simple oficialismo, le compran el argumento. No será difícil leer a Teodoro León Gross o a Loma -grandes articulistas ambos, aunque discrepemos en el contenido- reproducir el argumento de que "Sevilla margina a Málaga".
La historia es la siguiente: Paco quiere especular con nuestros terrenos, dilapidar nuestras posibilidades de crecimiento futuro con proyectos insostenibles que responden únicamente al interés de unos pocos amigos suyos. La Junta, con buen criterio, paraliza muchos de esos proyectos, y el alcalde recurre al argumento del localismo antisevillano, con buena venta para el malaguita despistado.
Como diría Lakoff en su último libro "Puntos de Reflexión" -prologado, desde Yunquera, por José Andrés Torres Mora-, ese es el marco de Paco. Pero no el nuestro. Por tanto, responder, como hacemos habitualmente los socialistas malagueños, señalando que "la Junta no margina a Málaga", es ponernos a la defensiva y hablar con sus palabras. Utilizar sus palabras, aunque sea para negarlas, equivale a admitir implícitamente que, tal vez, Junta margine a Málaga. Y Málaga, en esa frase, es él. Lo cierto es que la Junta, en realidad, no le para los pies a Málaga, sino a él. Y ahí está la habilidad del munícipe para identificarse con los intereses generales de la colectividad. Es algo que hace francamente bien, y que debemos reconocer.
Veamos las cosas desde el ángulo que planteaba al principio. Paco quiere especular con los terrenos que son de todos. Por tanto, los terrenos, la ciudad, no es suya, no le pertenece a él, sino a los ciudadanos.
Deberíamos decirle a Paco: "Señor Alcalde, usted quiere vender el suelo de Málaga a unos pocos que van a hacer negocio. Pero ni esos suelos ni la ciudad entera le pertenecen a usted, señor alcalde, sino a los ciudadanos. La ciudad es de todos, y con esos proyectos, usted se olvida del interés general de los malagueños, a quienes les priva de la posibilidad de tener espacios y equipamientos púlbicos, para favorecer intereses particulares. La Junta hace bien en proteger los derechos de la ciudadanía que su afán especulativo pone en peligro".
Es una idea: saltémonos su eje. Los rascacielos gustan a los periodistas que viven lejos de ellos, pero en las zonas donde los plantea el alcalde, son tremendamente nocivos para los vecinos. A ellos, y no a los articulistas bien pagados, nos debemos los socialistas.
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